Primero Persona viajó a Buenos Aires a la 1era Jornada Nacional de Cuidados Paliativos de Pediatría organizada por la Sociedad Argentina de Pediatría y te la cuenta desde adentro -y a su estilo-.
Es la primera vez -desde que migré hace algo más de un año de Buenos Aires hacia Bariloche- que me toca viajar a la gran urbe para una actividad académica de cuidados paliativos pediátricos (CPP).
Ahora estoy en el avión, mirando aburrido la cartilla de emergencia, y súbitamente me invade una sensación arcaica, conocida y agradable, y que hace añares no experimentaba.
Cuando yo era niño vivía en Cipolletti y para cada fin de año cargábamos la Ford Falcon break hasta la manija y recorríamos 1.136 kilómetros hasta Buenos Aires para pasar la navidad junto a mis abuelos, tíos y primos.
Exactamente ese circuito emocional es el que se activa en mi cuerpo, mientras la azafata deja caer una mascarilla de oxigeno de su mano con cara de estar pensando en cualquier otra cosa: la emoción de reencontrarme con gente querida, en este caso con mis primos palitivistas.
Éste podría ser un encuentro más entre los tantos ya realizados por los pediatras paliativistas, pero no es el caso. Es justamente la 1era Jornada Nacional de Cuidados Paliativos de Pediatría que se realiza en el marco de la Semana de de Congresos y Jornadas Nacionales que organiza la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Para pasarlo en limpio, es la primera vez que los cuidados paliativos pediátricos forman parte de dicho evento al igual que el resto de las especialidades pediátricas. Un hito en la historia de los CPP argentinos por llamarlo de algún modo. Y esto ya es un motivo para festejar.
Claro que esto no sucede por azar del destino ni por la gentileza de un grupo de pediatras que decidió invitarnos. Esto sucede debido a que desde 2015, luego de largos años de lucha y trabajo mancomunado por parte de los pioneros en CPP, la SAP y la Academia Nacional de Medicina de forma conjunta otorgaron por primera vez en la historia de nuestro país la certificación en medicina paliativa pediátrica a dichos fundadores y así darnos finalmente el ansioso reconocimiento como especialistas pediátricos que somos.
Me toca alojarme en un hotel céntrico –microcéntrico para ser más específico- . Con lo avasallante y curioso que puede resultar la experiencia de dormir en una habitación a la calle frente al obelisco para alguien que pasó 30 años viviendo en Capital Federal hasta el año pasado. Ruido incesante, bocinas, frenadas, aceleradas, gritos, un intenso rumor que nunca afloja. Me cuelgo largos ratos mirando las marañas de seres que cruzan la 9 de Julio, los cientos de autos y taxis, las miles de motos. Al llegar la oscuridad el titilar de las luces de las decenas de carteles colándose rítmicas e incesantes por las hendijas que deja el black out. El cual tuvo que ser levantado a las 2 horas de mi arribo al hotel al anoticiarme que el aire acondicionado no funcionaba.
Temperatura 38°, humedad 97%, ruido infernal, carteles luminosos quemando el techo.
Mejor salgo y me voy a comer a Las Cuartetas: dos de muzza, una de faina, un porrón, y ya la vida vuelve a ser otra.
El 24 de abril en un pituco hotel céntrico de Buenos Aires se realizaron las jornadas donde hubo asistentes de las más diversas profesiones en el marco de la salud de todo el país y Sudamérica. Los más de 15 equipos de CPP de Argentina se vieron representados, ya sea en la modalidad de trabajos libres –postres y presentaciones orales- o en alguna de las interesantes tres mesas redondas. Los tópicos de dichas mesas fueron las enfermedades neuromusculares, el dolor en los pacientes con daño neurológico y trastornos cognitivos, y las nuevas terapéuticas que podrían modificas las enfermedades amenazantes para la vida. Se realizaron a salón lleno -más de 200 asistentes- en su mayoría. Vale destacar que en dos de ellas hubo pediatras y clínicos como oradores entre los paliativistas. La Dra. Lorna Fraser del Reino Unido fue la invitada internacional y quien tuvo a cargo la conferencia magistral de la jornada.
Pero sin duda lo más novedoso de la experiencia fue que al estar realizándose todas estas actividades pediátricas al unísono y codo a codo con otras especialidades se logro un público heterogéneo y variopinto en cada una de las presentaciones.
Lográndose una vez más uno de los objetivos centrales que tienen para mí hoy los cuidados paliativos: la difusión en la sociedad y en el mundo médico –aunque resulte extraño hay muchos médicos que aún los desconocen o tiene un concepto erróneo sobre su utilidad y objetivo- sobre que son los cuidados paliativos y de que forma pueden ser útiles para las millones de personas y familias que hoy en día los necesiten y aún no los reciben.