Capítulo 17 | Una madre

El Bolsón, 19 de abril de 2006

Me toca atender a una paciente con una de las psicólogas del servicio.

Una madre.

La madre de un chico que mataron hace unos meses.

Al pibe lo enterraron vivo me cuenta su propia madre y yo siento un cuchillo que me atraviesa las entrañas.

Su madre me describe paso por paso como le contaron que fueron las últimas horas de su hijo.

El flaco era bombero y venía de cobrar dos sueldos. Se fue a tomar unas cervezas con otros dos muchachos que vieron toda la plata que tenía. Cuando él se fue lo siguieron. Lo golpearon para robarle. Lo golpearon con saña. Lo llevaron hasta un lugar donde le ataron las manos con alambre.

Todavía respiraba cuando lo enterraron vivo dice su madre.

El caso fue el comentario de toda la zona y lo sigue siendo.

La madre nos cuenta que presenció el juicio y que quería verles la cara a los asesinos de su hijo.

Ella habla tranquila -o al menos eso parece- pero angustiada.

Impresiona que en cualquier momento va a desbordarse pero resiste.

Dice que bueno, que la vida es así y que a veces estas cosas pasan, que ahora tiene otro hijo que anda con problemas con la droga y la policía y que tiene que ayudarlo.

El relato es monocorde y temerario.

                                                                       Y yo petrificado me desmorono por dentro auscultando tanto dolor.

Capítulo 16 | Lluvia de albóndigas

El Bolsón, 18 de Abril de 2006

Las logré ver mas claramente por las mañanas. Cuando la luz del día permitía el contraste entre el blanco amarillo de la humedad de la pared con el marrón oscuro de los OVNIS. Ademas a esa hora el efecto de las pastillas era mas suave.

Ahora todos duermen dopados y la calma invade el pabellón. Yo temo que algún objeto se esos impacte contra mi rostro a gran velocidad y me provoque daños irreparables. Meteoritos de carne picada surcan esta galaxia húmeda y descascarada. Albóndigas de diferentes tamaños acechan las habitaciones y se pierden en las paredes. No tengo muy claro si es que las atraviesan y continúan su recorrido como si la pared no existiese, o si se pierden en las mismas para emerger en algún otro sector del neuropsiquiátrico.

Mantuve mucho tiempo esto en secreto, hasta que creí poder confiar en el Dr. Fontana. Le describí la situación con lujo de detalle, pero la represalia farmacológica fue aniquilante. En un principio no sospeché de la complicidad de los médicos. Ahora prefiero el silencio… y que se caguen.

Me resguardo bajo las frazadas muerta de miedo. El impacto puede ser mortal o en el mejor de los casos dejar secuelas importantes en mi rostro.

Son impredecibles y acíclicas. Son sólidas y regulares. Vienen en el momento menos pensado y se retiran cuando ellas lo creen correcto, supongo.

Voy aprendiendo a percibir la llegada de las albóndigas. Se siente en el aire cuando están por llegar.

Un día de estos va a haber una desgracia… y recién ahí me van a hacer caso.

Lo que no podrán decir es que no les advertí. 

Capítulo 15 | Webeando

El Bolsón, 17 de Abril de 2006

Voy al locutorio y me cuelgo un rato largo porque pusieron como página de inicio la Web Oficial de El Bolsón y yo estoy hambriento de información. Me tiró una data interesante sobre el tema de las frambuesas, que me explicó un poco como funciona la economía acá en El Bolsón.

Hoy por hoy, la economía y el desarrollo de localidad de El Bolsón se basan en dos pilares fundamentales: el turismo y la producción rural. En este último aspecto, se destacan las plantaciones de lúpulo, frutas finas y derivados como los dulces y conservas al natural, plantas aromáticas, huertas con verduras y hortalizas de producción orgánica y alta calidad, hongos secos, piscicultura, emprendimientos forestales, aserraderos, y en menor medida productos lácteos artesanales y sus derivados, y la elaboración de cerveza artesanal. De todo esto se puede encontrar cada martes, jueves y sábados en su famosa feria artesanal.

Las condiciones climáticas benignas y los buenos suelos de la Comarca Andina hicieron que esta fuera centro de producción desde los años de su colonización. Se producían cereales, hortalizas y frutas diversas para autoconsumo y abastecimiento de otros centros urbanos de la Patagonia principalmente ligados a la actividad lanera y petrolera (Ing. Jacobacci, El Maitén, Bariloche, Comodoro Rivadavia, etc.). Entre los años 50 y 70, con el incremento poblacional, del transporte y el mayor flujo comercial, la zona fue comenzando a especializarse. Fueron perdiendo fuerza algunas actividades y ganándola otras.

Hoy en el ámbito agrícola hay dos actividades principales. Una enmarcada en la producción de diferentes frutales menores y otra dada por la producción de lúpulo. La buena adaptación de estas especies al suelo y clima, la óptima producción en cantidad y calidad y la poca presencia de plagas o enfermedades importantes, hacen que la zona se destaque en este tipo de producciones.

El lúpulo es una planta que crece sobre alambres en altura (tipo enredadera), y cuya flor contiene una resina amarilla pegajosa que al disolverse brinda los atributos de sabor, amargor y aroma típicos de la Cerveza. Existen muchas variedades de lúpulos que dan origen a los distintos estilos de cervezas y también se usan combinados, y se utiliza en la elaboración de cerveza en tres formas: Flor disecada natural, en extracto ó en su variedad llamada “Pellet”, que, curiosamente, es cultivada en un único lugar de la República Argentina: El Bolsón.

La frambuesa, por su parte, es el cultivo de mayor superficie plantada y es el segundo dulce más vendido y producido por las dulcerías regionales (el primer lugar lo ocupa la mosqueta). En cuanto a conservas ocupa el primer lugar (almíbar suave). Otro mercado importante es la heladería, ya que es un gusto común en muchas partes del país. También hay líneas de yogures, repostería, etc. Es un fruto de planta tipo arbustiva, de la familia de los rosáceos. Fruto de color rosa con forma de pelotitas pegadas y de gusto dulce. Entre los otros cultivos de frutas finas presentes en la zona, encontramos la frutilla, la mora, la grosella, el corinto o parilla, la boysemberry, la blueberry, el arándano, el cassis, la cereza, la guinda y, por supuesto, la mosqueta.

Capítulo 14 | Ciclos, tan solo ciclos

El Bolsón, 17 de Abril de 2006

Caen las primeras lluvias que presumen ser el fin del verano.

El ocre brota desde las laderas de la montaña.

El movimiento empieza a aquietarse.

La calma se cuela silenciosa.

El ciclo de la tierra retorna hacia las profundidades de sus entrañas.

Las aves migran y prometen volver con el próximo verano.

Los brotes se retraen para regresar con las fuerzas necesarias el año entrante.

Las gentes se protegen de las inclemencias del clima.

Un descanso necesario luego del bullicio estival.

El ruido se retira agotado y afónico hacia otras regiones.

El alma se aquieta y resguarda.

El agua se muda desde las cascadas hacia las nubes.

Lentamente la temperatura desciende respetando la adaptación de la piel y la tierra.

La anatomía se acopla al ser que se aletarga.

Los árboles se desnudan sin vergüenza.

El sol, fugaz, da la energía mínima y necesaria para sostener el ciclo.

Nos vamos metiendo hacia adentro.

Maximizando el poco fuego que va quedando.

Optimizando la energía vital.

Vamos parando…

Poquito a poco entramos en sintonía con la tierra que va tomando fuerzas hasta el próximo verano.

 

Ser feliz desgarra.

Silvio Rodríguez

Capítulo 12 | Encanto Blanco

El Bolsón, 16 de Abril de 2006

Sábado por la mañana; recibo un mensaje de texto de Noelia. (Residente de Medicina General. Oriunda de San Francisco, Córdoba. Me cae bien que sea tan inquieta con su vida.) Invitación para ir al Refugio del Encanto Blanco con ella, su hermana la Ivy y la negra Molina (instrumentadota y personaje del Hospital. Venida desde Buenos Aires hace ya varios años. Puteadora como pocas.)

Acepto gustoso y salimos desde su casa en el auto de la negra hacia el Mallín Ahogado donde sale la picada para el refugio.

El día de sol es imponente. La negra lucha contra la casetera de su auto y un cassette de los grandes exitos de los Beatles que no quieren congeniar para entregarnos música. La negra putea de lo lindo. Su auto es una mugre y ella pide disculpas.

El cielo es de un celeste intenso y muchos alerces del camino están amarillos pera. Dejavú de las postales de infancia: Evoco el celeste perfecto, un calefactor sol de otoño, el amarillo que cae desde los árboles espigados e inalcanzables, el gris del ripio que encandila por el sol.

Emprendemos el ascenso entre las bellezas de un bosque de ensueños. Es un placer volver a estar en estas latitudes y caminando por acá. Los pulmones festejan como si hubiesen ganado la copa del mundo. La subida es amena y nos tomamos nuestros momentos de contemplación y reoxigenación.

La negra Molina cuenta anécdotas de cuando era azafata de Kaiken Líneas Aéreas. Evoco el viaje hasta Ushuaia a dedo con los pibes. El ejercicio de viajar es para mi una constante evocación de otros viajes. Una inevitable comparación con otros lugares que conocí.

La negra putea con tanta gracia que no puede ofender ni a los Reyes de España.

Luego de varias horas y con los primeros fríos del ocaso llegamos al refugio. Nos recibe su amable refugiero Juan. Estamos solos con el. Escuchamos música y cocinamos una deliciosa pasta con tuco. El frió se impone y acosamos a la salamandra. Las chicas se ponen monotemáticas con el frío.

Subimos al sector superior del refugio donde se duerme.

Las chicas se ponen monotemáticas con el frío.

Subimos al sector superior del refugio donde se duerme.

Las chicas se siguen poniendo monotemáticas con el frío.

Yo duermo al lado de una de ellas e intento usar al frío como cómplice para ganar terreno. No gano mucho terreno que digamos y decido entregarme a los brazos de Morfeo que pareciera ser el único que tiene intenciones  de cobijarme en este recinto.

En la mañana desayunamos animados.

Las chicas se ponen monotemáticas con el frió de anoche.

Caminamos por ahí. Subimos unos metros y contemplamos la hermosa vista del valle.

Retozo sobre una piedra bajo el hermoso día. El silencio de la montaña, el calor del sol.

Si uno cierra los ojos con el sol de frente, y presta la debida atención, se pueden ver luces y lucecitas que se mueven y forman figuras. Como pequeños flagelos que serpentean y súbitamente desaparecen.

El sueño me gana y los 15 minutos de siesta en este estado valen por 500.

Es hora de emprender el camino de regreso.

El retorno es alegre. El único detalle es que Noelia viene con una rodilla resentida, de todos modos resiste de forma estoica el descenso y se niega rotundamente a que la ayude. Hay alegría en el ambiente. Esa misma alegría como cuando uno pasa unos lindos días en la montaña y vuelve feliz con la mugre en la mochila, el olor a pata y momentos para recordar.

Ya en Bolsón, vamos a tomar cerveza artesanal al Camping El Bolsón para despedir a la Ivy que mañana se vuelve para San Francisco (Córdoba).

Las chicas se ponen monotemáticas con el frío de anoche.

La pasamos muy bien y mis tres compañeras fueron una excelente compañía. Estas cosas unen a las personas… o al menos dejan hermosas recuerdos si acaso la vida tan solo te regala ese único momento con ellos.