Capítulo 30 | Salida al Manso

El Bolsón, 28 de Abril de 2006

Salimos con Mauricio en colectivo hacia Los Repollos desde donde comenzaremos el descenso del Río Manso. Vamos en el marco de las “salidas rurales” que realiza el servicio para ver a los usuarios que viven en esta zona para ver que pasa por el Manso.

Debido al amplio sector de su cuenca, su variada conformación y la cantidad de lagos de los que ingresa y egresa, conviene dividir al Río Manso en tres sectores: Manso superior, Manso medio y Manso inferior.

El Manso Superior mide 17 Km. y se extiende desde su nacimiento al pie del Cerro Tronador hasta la desembocadura en el extremo Noroeste del brazo Tronador del Lago Mascardi. Cuando llegamos al puesto de salud del Manso superior, nos recibe una enfermera bastante quema coco, de esas personas que te hablan te hablan te hablan. Mate con torta frita. Emprendemos el recorrido por algunas casas de la zona. Las historias que me cuenta Mauri son escalofriantes. Una que el punto con el que andaba se le metía en la noche borracho en la casa y la obligaba a tener relaciones sexuales con los pibes de ella dentro de la casilla. Claro, los pibes tienen problemas en la escuela… como para no. Otra que la faja no se quien. Otro que se toma hasta el agua del radiador y se pone violento como pocos. Muchos pibes van a la escuela de acá. Otros muchos van a la del manso medio que es una escuela hogar y permanecen pupilos de lunes a viernes. Realmente llevo dentro mío desde pequeño un pavor terrible a la idea de ser pupilo en una escuela. Imagino la tristeza de estar solo y lejos de casa siendo un niño. Es por eso que especialmente estos chicos me parten el alma. Historias y más historias de este tipo abundan por aquí. Tristes cuestiones comunes en este tipo de zonas donde la miseria, la falta de educación, el alcohol y la poca esperanza son las cuatro patas de la mesa.

 

El día está hermoso, horas más tarde partimos en ambulancia hacia la escuela hogar del Manso medio, que mide 31 Km. (poquito menos del doble del Manso superior) y se extiende desde su salida en el sector inferior del Lago Mascardi, hasta su ingreso en la cabecera Oeste del Lago Steffen. El paisaje de esta zona es increíble. Montañas nevadas de fondo. Cielo celeste intenso. Nubes blancas como la leche entera. Ripio y árboles. Evoco los veranos de mi adolescencia acampando con mis primos en el Lago Steffen. El ambulanciero esta jocoso y tira mucho chiste, demasiado chiste.

En la escuela nos entrevistamos con la directora de la escuela quien nos manifiesta algunas preocupaciones en ciertos niños. Jovencitas de 14 años que no se que carajo con las relaciones sexuales -supongo a que se refiere a que ya empezaron a coger-. Un niño que esta de pupilo que se caga todos los días en sus pantalones -se me estruja el alma-. Otros que bardean y no prestan atención -¿y eso que tendrá de anormal? pienso yo mientras la directora sigue hablando a mil por hora.

Emprendemos el camino de regreso. Caminamos desde el puesto del Manso superior hasta la ruta. Vamos en cuero y con las remeras en la cabeza bajo un sol cargado. Reflexionamos con Mauri: son de esas tardes para hacerse un asadito mientras arrancas el fuego tomando un vinito y fumando uno al calor de las brasas: y ya de pensarlo nos da el hambre.

Esperamos mucho tiempo un colectivo Vía Bariloche que nos lleve de regreso a Bolsón. 

La espera en la ruta es algo muy característico en mis viajes. Siempre hay que hacer tiempo en la ruta por alguna causa. Y cuando la espera se hace larga uno busca juegos distractores y delirios de ocasión. Puntería con piedritas. Reflexiones sobre estar varado en la ruta como metáfora de la vida. Lecturas con un ojo en el libro y otro en la ruta escudriñando un posible auto que nos lleve a destino. Excursiones cortas de algunos metros.

Mauri me cuenta de su vida y yo de la mía, en la ruta uno se hace confidente con el compañero.

De regreso en el pueblo Mauri me comenta que hoy a la noche van a hacer cerveza casera con Vero, su compañera. Me invita y acepto gustoso. Comemos tartas variadas. Hacen la cerveza casera*. El proceso es largo y entretenido. El clima de la familia es encantador. Los niños juegan buscando pasar el limite de lo permitido sutilmente, buscando el reto leve como para llamar la atención mas no para ser reprendidos con una regia cagada a pedos. La niña es la menor. El niño es el mayor. Es tarde ya para los niños y son enviados a dormir. Ellos elevan quejas resignadas hacia las autoridades. No son escuchadas. Esta vez las autoridades ganan. Charlo con las autoridades y me entretengo mucho con las historias del pasado de estudiantes de La Plata. Nos reímos mucho y salimos a colar el brebaje de la cerveza. Entramos y ya se esta armando, la sobremesa. Salen al ruedo algunas cervezas artesanales de una cosecha anterior. Ya nos reímos mas que antes, bastante mas que antes. Recordamos viejas propagandas del pasado. ¿Porque le habrán puesto caballos? Hay datos que se pierden entre los intrincados laberintos neuronales. Luego aparecen. Luego desaparecen. El tiempo pasa mas lento pero es mas agradable que lo habitual. Mauri me quiere pedir un remis porque su casa se encuentra en un barrio alejado y nuevo. En la remisería no tienen ni puta idea de como llegar. A Mauri le esta costando mucho explicarle y pone cara de que le cuesta mucho hacer lo que esta haciendo.

Me vuelvo en remis hasta mi cueva. El auto parece una lancha navegando por el delta del Amazonas. No pronuncio palabra en todo el viaje y disfruto del paseo hundido en la butaca. En la radio suena Shakira. Como le gusta la radio hitera al remisero, reflexiono subitamente y pienso que es una idea brillante lo que se me acaba de ocurrir. segundos despues mi idea se desvanece al ver como se mueve el osito que cuelga del espejito retrovisor.

 

* Receta para 50 litros de Cerveza Mauri Casera Rubia

1) Hervir 50 litros de agua y luego dejar enfriar

2) Prepara la sopa: 8 litros de agua + 2,5 Kg. de azúcar + 2,5 Kg. de malta rubia

3) Al momento del hervor agregar la mitad del lúpulo (se usa entre 1 a 1,5 gr./litro de agua)

4) A los 30 minutos del hervor agregar la otra mitad del lúpulo

5) A los 50 minutos del hervor agregar 2 cucharadas soperas de agar agar

6) Juntar los 5 litros de agua con la sopa y cuando esta tibia agregar 30 gr. de levadura (que previamente fueron

disueltos en agua tibia)

7) Poner en un tacho cerrado con válvula de escape para el gas de 7 a 10 días

8) Antes de envasar poner una cucharada de azúcar en cada botella y dejar reposar de 1 a 2 semanas

9) Beber sin moderación. Prohibida su venta… deberá regalarse.

NOTA PARA EL LECTOR: No lo intenten en sus casas o háganse cargo del riesgo. Realmente no puedo dar fe si las notas tomadas en cuanto a la receta son correctas. Lo lamento tanto.

Capítulo 29 | La Aventura del Hombre, hoy presentamos:

El Bolsón, 26 de Abril de 2006

NUESTRAS FLORES Y SUS LEYENDAS: El Amancay

El Amancay (del género Alstroemeria aurantica), una de las más hermosas y típicas flores de la Patagonia. Se desarrolla en los bosques húmedos formando alfombras doradas que llegan a medir hasta un metro de altura. Su método de propagación consiste en un complejo sistema de rizomas arraigados muy en lo profundo de la tierra, así como también la utilización de semillas capsuladas. Sus flores recorren el espectro que va desde el amarillo hasta el anaranjado, pudiéndose observar en dos de sus pétalos vistosas estrías rojas. Este maravilloso vegetal austral suele brotar en los meses de septiembre y octubre pero, curiosamente, no alcanza a florecer hasta los meses de diciembre y enero. Actualmente, es una especie protegida que se refugia en los Parques Nacionales y las altas montañas.

Hoy, mientras saboreaba un pan relleno de queso y cantimpalo y un licuado de blueberries y grosellas en un banco de la Plaza Pagano, se me acerca un extraño sujeto que, de buenas a primeras, y luego de pretender trocar algunos talegos por un manojo de hierbas medicinales, me cuenta su anécdota:

“No, si dicen que allá por el Tronador, cuando todavía era el Ten Ten Mahuida, vivía un pibe, el Quintral, que parece que era el hijo de la hermana del cacique de los vuriloches. Dicen que las pibas de la tribu se meaban por este Quintral, las tenía como locas. Pero el gato estaba encajetado con una pendeja pobre de la tribu, la Amancay. Parece que hubo bardo ahí, con no sé que historia de la epidemia. La cosa es que Quintral cayó en cama, de última, y el viejo éste del cacique mandó a llamar la pendeja pobre, a ver si podía actuar del ala madrina. Pero resulta que la piba se había mandado a ver a una curandera de la tribu, que le mandó que si arrancaba para el cerro y se traía una de esas flores amarillas, listo, el chabón se curaba. Pero trasca que la mina no sabía que las flores eran de los Dioses, cuando arrebata una, pinta un cóndor del lugar. El cóndor le bate que él es algo así como el guardián de las cumbres, y que todo bien, pero que tenía que dejar el corazón ahí. A la mina le vino bien, onda el sacrificio. Así que se dejó envolver así por las alas del bicho, y bueno ahí nomás se lo arrancó y se tomó el olivo. Pero parece que no lo venía agarrando bien porque se le chorreó la sangre ahí nomás arriba de las flores. Y pumba! así nació la Amancay”.

– No, flaco, te agradezco pero no traigo un mango.

– No, Todo bien, amigo, pero no te copás con un cobre para bajonear algo?

Capítulo 28 | Llamad al Sheriff Sheffield

El Bolsón, 26 de Abril de 2006

Sin embargo, hoy me levanto y me voy a tomar el sol a la fantástica Placita Pagano.

Es un semicírculo verde manchado por un cúbico lago artificial.Su lado recto linda con la Avenida San Martín (quién otro sino?), arteria principal de este pueblito. Recorriendo la curva: la feria.

La Feria Regional de El Bolsón quedó institucionalizada en el año 1979 por la Ordenanza Municipal numero 214. Un grupo de artesanos y productores de la zona se reunió para crear este evento, que según uno de sus fundadores, Agustín Porro, aporta identidad y colorido a un pueblo ya pintoresco de por sí.

Desde la mañana van llegando artesanos y productores y arman sus puestos, cada uno aportando su cuota de creatividad personal. Guitarras, ceniceros, licuados, muñecas.

Algunos afirman que es la mejor feria del mundo en diversidad y calidad de los mismos. Otros afirman que Messi es el nuevo Maradona. Puntos de vista.

Gracias a Youtube, hoy se puede recorrer la feria sin necesidad de ser demorado por la Policía: 

Sentado en un banquito, lejos de los puestos, leo (con no poca gracia) que el restaurante de enfrente es propiedad de Martín Seefeld, el de los Simuladores. Aunque unos minutos más de inspección ocular me revelan que estaba equivocado, y que el personaje en cuestión es un tal Martin Sheffield.

Me apersono en la Biblioteca Popular Domingo F. Sarmiento para embeberme de datos incomprobables de la vida de este simpático personaje: Martín Sheffield fue un sheriff de Texas que llegó a la zona del Nahuel Huapi en 1889. Venía de Chile, donde había trabajado con otros yanquis como ingenieros viales en la construcción de los caminos andinos. Al llegar se afincó en El Bolsón, donde se hizo famoso por su proverbial puntería con el revólver y ese charme norteamericano tan apreciado en las tertulias. Se casó con una tal Maria Ancapichun, una aborigen con la que tuvo 12 hijos, de quienes se dice que todavía sobrevive Juana, la menor, afincada en la zona Cuesta del Ternero. Doña Juana cuenta que su padre pasó a la fama por haber sido protagonista de un curioso avistaje del que ella misma participó: un plesiosaurio vivo –vivo?- en plena laguna de Epuyén. 

Este descubrimiento condujo a Sheffield a escribir a Don Clemente Onelli, en ese momento Director del Museo de La Plata, quien se embarcó en una infructuosa cacería que llegó a interesar hasta al Presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt. Pero Don Sheffield no se durmió en las laureles, y unos años después se convirtió en el primer minero de la zona de El Bolsón, trabajando Arroyo Las Minas, lugar ubicado en las cercanías de Ñorquincó (Provincia de Río Negro) y en los cursos del Alto Río Chubut. Allí tenía ochenta hombres a su cargo que lavaba oro día y noche de las arenas de estos lechos. Según cuentan algunos historiadores locales, Martín Sheffield fue otra víctima de la “fiebre del oro”: quedó redondo después de un paro cardiorrespiratorio en su propia mina.

Unos metros más arriba del lugar donde falleció, se le dio cristiana sepultura. Una cruz grabada databa el fallecimiento en el año 1936.

Capítulo 27 | Mi Bolsón

El Bolsón, 24 de Abril de 2006

No es lo mismo.

Claro que no es lo mismo venir de mochilero a hacer nada en concreto y todo eso que se hace cuando uno viaja.

Momentáneamente mi domicilio esta aquí. Y mi actividad del día a día está aquí. Por ende me relaciono con gente que vive y trabaja aquí… y eso da una visión bastante mas real del pueblo que cuando uno viene como viajero.

Además trabajar en un lugar como el hospital te da un pantallazo muy real de la población. Ahí se ve desfilar la realidad cada día, y ni hablar si tenemos en cuenta que estoy en el Servicio de Salud Mental del Hospital.

Mis caminatas no son con la cámara de fotos en el bolsillo. Son con el relajo de estar viviendo hoy y ahora aquí.

Me encanta este pueblo y mas me encanta poder conocer esta cara que de viajero jamás hubiese conocido. No son días de mucho turista dando vueltas y eso me gusta.

Conocí gracias a mis tareas barrios -que desconocía rotundamente- y personas que representan el autentico Bolsón profundo.

El Bolsón que vive una gran parte de la población.

El Bolsón pobre.

El Bolsón del alcohol y la falopa como única escapatoria a la miseria y el dolor.

El Bolsón de los afanos y el abuso sexual.

El Bolsón del remisero que no gana un mango.

El Bolsón que no promocionan en ninguna oficina de turismo que se precie de tal.

El Bolsón antipostal.

El Bolsón posta.

El Bolsón que no miramos y que yo sabía que existía pero no conocía.

Este es el Bolsón que ven mis ojos por estos días.

Ya por esto me siento satisfecho de mi estadía de un mes acá.

Capítulo 26 | Otto Tipp presidente de la República del Bolsón

El Bolsón, 24 de Abril de 2006

Corría el año 1912.

En sus trincheras al pie del Pilquitritrón, el Mayor del Ejército Prusiano, Mateo Gebhart, al frente de las temibles tropas de la Policía Fronteriza, se prepara para su campaña más importante: la invasión y destrucción de un pequeño estado independiente enclavado en los Andes Patagónicos.

En su desvencijado camastro, en una piecita al fondo de su cervecería, el flamante Presidente de la República de El Bolsón, el alemán Otto Tipp, dormía su consabida siesta tras otra de esas jornadas de 3 días de cerveza y jarana.

Días atrás, en una de esas noches dicharacheras en los fríos y largos inviernos cordilleranos, reunidos los pocos colonos de El Bolsón (en su mayoría europeos) discutían cómo sería el futuro de esta próspera y cobijadora región que los albergaba. Hasta ese momento se ignoraba a qué país pertenecía este pedazo de territorio ubérrimo, en litigio histórico entre Chile y Argentina. Ante la orfandad de una patria que los cobijara, buscaron la forma de obtener algún gobierno para tomar las decisiones acerca del futuro. No eran tantos los allí reunidos ni eran grandes sus aspiraciones: sólo saber a quién obedecer y qué reglas de convivencia habrían de observar. No es difícil imaginar que habrán querido delimitar sus posesiones en una tierra ilimitada y pródiga y poseer la certeza de su pertenencia y conocer la autoridad ante quien reclamar si surgían inconvenientes a lo largo de la obligada convivencia.

Las cervezas corrían, y las ideas volaban. Se nombró un Presidente: quien otro sino el bueno de Tipp, el izador de la bandera blanca que daba rienda suelta al ejercicio del verbo “beber”, mientras desgarraba en su viejo acordeón alemán la melodía gastada del “Ich hatt’ einen Kameraden”. 

 Ich hatt’ einen Kameraden,

Einen bessren findst du nicht.

Als Sänger hielt auf’s Neue,

Er stets dem Chor die Treue,

Der gute, gute Kamerad.

 

Yo tenía un camarada,

Otro camarada así no hay.

Cantando con voz clara y fuerte,

A coro y siempre con fe.

Mi buen, buen camarada.

 

Más tarde aparecieron los ministros: un criador de ovejas de la zona de Ñorquinco, el vasco Pascual Sabalza, como Ministro de Hacienda, y el primer maestro de El Bolsón, Jorge Gibelli, en Educación, entre otros.

Ese sueño secesionista y libertario duró escasos días, hasta esa exactamente esa misma tarde en que el Gobierno argentino comisionó a la temible Policía Fronteriza y al Mayor Gebhart, quien con un celo que excedió las órdenes impartidas realizó una batida hasta la zona del Río Manso.

A su paso dejó pobres hombres y ancianos atados a su destino en las alambradas, golpeó sin medida a niños y jóvenes, tropelías tales como hacer a los abuelos jinetear a sus propios nietos en un galpón abandonado para arrancarles datos certeros sobre el lugar dónde se ocultaban los libertarios.

Cuando Gebhart entró en El Bolsón, no existían rastros de la República. Los locos libertarios se habían ido con la cerveza a otro lado.

Su duración fue tan efímera que apenas puede registrársela en las crónicas.